Sueño
Raúl Humberto Muñoz Aragón
Se sueña. Siempre se ha soñado; de ello estoy cierto –quizá, hacerlo sea el primer distintivo del ser humano, al menos me gusta creer eso-, y por un tiempo pensé que eran siempre los mismo sueños, envueltos en un ciclo constante y continuo en el que se entrelazaba nuestra historia general.
Un tránsito por las mismas quimeras e ilusiones que ya algún proto-hominido hubiera inventado. Hoy ya no sé si esto es verdad o era una falacia creada por las utopías que aún pueblan mi vida. Es un poco triste el sentir esto, el ver que las creencias se desvanecen.
Hoy la humanidad corre, y lo hace a una velocidad sorprendente, arrazando con todo, incluso consigo misma. Corre sin consciencia, carente de un sentido, sin ideales, donde las utopías sólo son una palabra exótica... al menos esto parece cuando uno voltea y ve su derredor. Se da un sentimiento de horfandad, donde una melancolía inmenza abruma porque busca sentimientos que han dejado de tener razón de ser en un mundo que parece dispuesto a dejar tras de sí todo rastro de humanidad.
Corremos inmersos en un “sinsentido”, donde incluso pareciera que la vida ha dejado de ser importante; al menos, la vida que merece la pena ser vivida. Hoy se esta más comodo tras un teclado donde nos escondemos, donde nos arropamos en las mentiras que tecleamos una y otra vez, hasta que se tornan en una triste mueca de verdad.
Lo importante hoy es tener, a pesar de todos, de sí mismo incluso; y lo patetico de esto es que no nos damos cuenta, y si llegaramos a hacerlo (a veces es demasiado tarde; porque “loquedebeser” que nos imponemos e imponemos a los demás es tan omnipresente que ya no da cabida a este intento por ser) no sabemos encontrar el camino para hechar marcha atrás, o lo más triste, que la flojera nos gana, el estadio de conformidad que vivimos nos es tan cómodo que no pensamos que no vale la pena cambiar o esforzarse.
El mínimo esfuerzo; el nulo compromiso; el “mall” de moda; la Internet (que pareciera la única forma de dejar constancia de sí); el engaño de pensar sólo en sí, y digo “engaño de pensar en sí”, porque en realidad “pensamos” lo que unos pocos quieren que pensemos, esos que determinan los parámetros de moda, que dictan el que pensar y que sentir, envolviéndonos en un marasmo, en un torbellino de mensajes, en un flujo ensordecedor de “debestener” que nos va quitando ese sentimiento primario de ser humano.
Lamentablemente en la actualidad se nos enseña a hacer sin pensar, a actuar como robots programados en trabajar sin sentir; y nos olvidamos de nosotros, de que somos algo más que una máquina compuesta por átomos agrupados en moleculas, mucho más que células programadas por un DNA inalterable. Más que engranajes “quetienenquehacersinpensar”.
La vida es un encuentro permanente con nosotros mismos, y sólo al final del camino somos nosotros mismos, integramente, producto de cada momento, de cada idea, sentimiento, pensamiento, donde divertimento y sufrimiento validan el colofón, y ellos escriben el epitafio.
No pensar, no cuestionar, no analizar... el dejar esto de lado nos mina, trunca el espíritu, borra el sentido del ser. Es una lástima que hoy se nos hayan perdido las utopías, las ideologías, el afán contestatario con propuestas; que lástima que la muerte deje de ser motivo de pena y se haya convertido en espectáculo.
Esta Sociedad del Conocimiento esta generando hombres y mujeres harto ignorantes, y lo peor, sin interés a dejar de ser ignorantes. Las universidades se han convertido en moda, y aquellas que menos se comprometen con un desarrollo real de sus estudiantes son las que más éxito tienen entre los jóvenes. Las universidades modernas han dejado de pensar y de sembrar esta inquietud en sus estudiantes. Para algunas de ellas es más importante la fiesta del viernes... y del jueves, del miércoles, del martes, del lunes; lo primero es hacer negocio, encontrar la forma de tomar la mayor cantidad de dinero de sus alumnos, y estos últimos, con una ceguera enorme, se dejan llevar por ellas, empeñando su futuro. Un futuro en el que, si bien les va, serán obreros, “hacedores” con título.
Sueño, siempre he soñado y quizá este sea una alternativa que nos permitan pensar en el sentido de nuestra estadía por este camino que se llama vida. La oportunidad mágica de compartir este andar con los tantos otros que en realidad somos; porque a fin de cuentas, quizá y sólo quizá seamos todos uno mismo, un experimento que se llama vida, y que en verdad vale la pena.
ymahr@yahoo.com
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