sábado, 6 de junio de 2009

Noche de ronda

El arte de vagar y divagar por las ideas o
Cómo decir nada y no morir en el intento

Raúl Humberto Muñoz Aragón

La vida es el misterio mayor…
…no tenemos claro de dónde venimos y a dónde vamos.

Algunos dirán que somos el producto de una gran explosión surgida hace varios miles de millones de años, unos quince; que por azar un grupo de partículas inventan a los cuasiomnipresentes átomos que construyen este planeta que ocupamos ─y lamentablemente acabamos─, que tras una larga sucesión de ensayos aparecimos por primera vez hace poco más de cien mil años, producto de un grupo de ellos que decidió vivir.

Otros más pregonarán que salimos del barro, del que fuimos moldeados y después mutilados de una costilla para parir por primera y última vez ─un parto sublime si me preguntan─ dando lugar a la dualidad perfecta.

Dirán algunos que el camino por andar ha de llevarnos a surcar el espacio infinito, un espacio tan lleno de vacío ─un vacío tan poblado de materia y energía oscura, que ni conocemos, ni hemos visto, que sólo intuimos… y que quizá sea sólo el abrazo de ese “Hacerdor” nuestro que se sonríe discretamente al vernos tratar de entender─, pero que aún él tiene el tiempo contado pues sólo nos quedan unos cincuenta mil millones de años, horas más, horas menos.

Otros ─eso otros, tantos otros que a veces se convierten en prójimos cómodos; aunque no faltan los incómodos, esos herejes que se atreven a pensar diferente y que hay que borrar del mapa pues nos enseñan un mundo distinto que no queremos conocer, ni entender─ estarán ciertos que hay un mundo más allá de este que vemos todos los días y que para acceder a él, hemos de ser harto probos y demás hierbas.

No se que tan cierto sea todo lo escrito anteriormente ─quizá sólo sea ese diálogo absurdo que en ocasiones practico conmigo mismo, un yo que a veces despierta y me sacude de las comodidad de ser yo, los tantos yo que he sido y que quizá seré─, sólo tengo claro una cosa, que son las eternas preguntas del ser humano, preguntas que tienen tantas respuestas como individuos que hoy ─incluidos los de ayer y los de mañana─ caminamos por este diminuto grano de arena, que al fin de cuentas sólo somos un “montón” de átomos que aprendieron a pensar, a soñar, a reír, a llorar, a divagar, y en ello iniciaron un proceso creativo que nos ha hecho cuestionarnos a nosotros mismos, a todo lo que somos y podemos ser o hemos sido.

La Filosofía nos es tan ajena como respirar, pues “filosofamos” siempre, estando solos o acompañados; ante un partido de béisbol o la Capilla Sextina; con una copa en la mano o una mano en la mano amada; con una lágrima en la mejilla o una sonrisa en el corazón; cuando vemos el cielo como añorando regresar a ese primer instante en que todos éramos uno; un átomo primigenio perdido en el tiempo ido, en el que todos cabíamos, tan juntos que no teníamos noción del otro, pues también éramos ese otro; un otro que hoy nos es tan ajeno, que hasta pensamos que es nuestro enemigo, un espacio infinitamente pequeño donde cabían cruces, estrellas, lunas crecientes, flores de loto, pues unas eran las otras y viceversa.

Tal vez sólo seamos el sueño que alguien más sueña, ese “Hacedor” nuestro, al menos eso explicaría un poco los absurdos que vemos a cada paso, pues los sueños a veces suelen ser harto absurdos y les gusta jugar a las pesadillas para pasar el rato.

Hemos de buscar siempre y quizá, sólo quizá, al final acabemos de encontrarnos a nosotros mismo… me gusta pensar que puede ser en un bar, con una copa de vino, un trozo de queso, esa canción que nos alimentó la vida, una sonrisa, un atardecer y los ojos tan llenos de nosotros que griten que hemos sido.

Entender los por qué de la vida puede tornarse en un absurdo, pues sin duda es una más de las quimeras del hombre, un anhelo por ese estadio superior en que las utopías son diario andar; lo cierto que navegar por las ideas puede ser muy divertido y eso de “filosofar” es sin duda un buen deporte para la vida.

6 de junio de 2009
ymahr@yahoo.com