lunes, 26 de abril de 2010

“Ser pensado” o morir en el intento

“Ser pensado” o morir en el intento

Raúl Humberto Muñoz Aragón

Nada es si antes no ha sido pensado por ese “espíritu” nuestro, intangible, supuesto, pensado a su vez recordándonos inevitablemente la imagen del omnipresente uroboro de toda cultura; ese espíritu que ha de concebir todo lo que en derredor nuestro hay.

Cuando el espíritu humano fue, inició un trayecto que lo ha llevado entre posibles e imposibles, navegado entre ideas y quimeras que le han dado la posibilidad de poblar su mundo creándolo a imagen y semejanza de sus filias y fobias; filias y fobias que aunque parecieran siempre nuevas, en realidad son las mismas, vistas siempre en contextos nuevos.

Los posibles de hoy son los imposibles de ayer; pero cierto es, que de igual modo, los posibles de ayer son los imposibles de hoy; haciendo que el entendimiento pleno de aquellos “ayeres” es cuasi imposible, pues no podemos salirnos de nuestra cultura, que a fin de cuentas es la responsable de que seamos tal cual somos, repitiéndose nuevamente ese uroboro infinito, nosotros, a fin de cuentas, somos los hacedores de esta cultura.

Lo más que podemos aspirar es a realizar algunos acercamientos a cómo fue, no exentos de una gran carga de lo que somos hoy en día. Entenderemos al hombre de ayer con sus ideas, sus realidades y fantasías, siempre con las miras de quien haga la observación; así la visión que hoy tenemos del hombre del Medioevo que a fin de cuentas es sólo el recuento arbitrario de aquello ocurrido entre la caída de dos imperios no es la misma que en su tiempo se pudo tener algún pensador en la Ilustración o incluso la que ellos mismos tenían de sí.

Los posibles entonces son aquellas ideas que el hombre alcanza a entrever gracias a ese espíritu siempre cambiante; algunas veces harto tangible y otras, inevitablemente intangible; que dicta lo que hemos de hacer, el derrotero a seguir, la imagen que hemos de ver.

La visión cambia, hoy nuestros ojos han perdido la habilidad de ver las maravillas de ayer, así elfos, hadas, duendes, unicornios, sátiros, dragones, sirenas y toda una pléyade de seres y hechos fantásticos hoy no tienen cabida, ellos eran ideales en el mundo de ayer, ese que fue el centro del Universo, que estaba soportado por un número infinito de tortugas, una encima de la otra. Hoy los seres fantásticos son un conjunto de instrucciones en un lenguaje binario que muchos ni siquiera sabemos que existe, pero que puebla la “realidad” de hoy, tan poblada de impulsos eléctricos agrupados en “montones” de bytes.

Las ideas, esos “seres pensados” sólo han de ser reales cuando podamos entreverlas, imaginarlas; aunque sea un instante, una fracción; eso es suficiente para broten en toda su magnitud y desplacen poco a poco a las ideas de ayer, fusionándose en ocasiones, devorándolas o aniquilándolas en otras.

Es difícil visualizar mundos diferentes al nuestro, entenderlos en toda su grandeza, lo único a lo que podemos aspirar es a vernos y entendernos en ellos, observar nuestro reflejo en ellos, y quizá, sólo quizá, darnos cuenta de cómo han sido puente y camino que derivó en nosotros.

Es verdad que hay ideas que trascienden, “seres pensados” que caminan libremente entre eones alimentado constantemente el espíritu de hombres y mujeres; quizá esa sea la explicación al menos la que a quien escribe le place pensar por la nostalgia de aquellos dragones y sirenas que hoy llenan bibliotecas reales o virtuales, pues a fin de cuentas, están profundamente ligados a nuestra esencia; aunque el canto de las sirenas de Ulises es muy diferente al que escuchamos al través de nuestros sentidos en éstos tiempos de “conocimiento”.

ymahr@yahoo.com

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