jueves, 29 de abril de 2010

Haciendo universos con pompas de jabón

Haciendo universos con pompas de jabón

Raúl Humberto Muñoz Aragón

Tiempo atrás, mucho antes del inicio del mismo, antes aún de la separación de tierra y cielo, antes de que pronunciara sus primeras palabras… de ese “hágase la luz”, que aún resuena en nuestra cultura; Dios, ese omnisciente que hoy conocemos, era sólo un niño jugando a descubrir su mundo, un mundo donde los posibles eran tales que hacer universos con pompas de jabón era cosa de todos los días, donde los “sinsentido” estaban plenos de sentido y las “sinrazones” eran el punto de partida de la razón que a ser precisos, creo que ese es uno de sus legados a este universo nuestro de todos los días.

No fue el primero en crear un universo. Esta certeza de hoy, es producto de este afán del hombre por divagar, de abandonarse a las ideas; es así como hemos podido atisbar un poco de esa realidad poblada de un número incontable aún de universos; tan diversos, tan extraordinarios, que en su unidad y diversidad están las claves que siempre hemos soñado.

De uno de ellos, aún desconocido, incluso del cual no tenemos una idea de cómo pudiera ser, nos llega la gravedad, esa fuerza primigenia, que esta presente en todo nuestro universo, tan enigmática, que a pesar de ser la primera de la que tuvimos noción es la más desconocida; recién los físicos teóricos de hoy los chamanes del siglo XXI, brujos que se comunican con el “más allá”, un “más allá” que cada día está más lejano han “volteado” a ese otro universo de donde proviene.

La complejidad a la que ha arribado la física teórica de hoy está tan poblada de sinsentidos aparentes, razones que el razonamiento de prácticamente la totalidad de los habitantes de esta “Era del Conocimiento” ni siquiera imagina y mucho menos conoce. La visión que del universo nos plantean la Cosmología, se ha tornado hartamente complicada de entender producto de la búsqueda por explicar el Big Bang, que hoy es clara como el agua para un pequeño grupo de individuos, ha creado una brecha profunda, abismal que los catapulta a estadios antípodas a hombres y mujeres que hoy habitan este pedazo diminuto de su todo. Para millones de personas es más creíble el universo tolomeíco, que si hay duda de lo anteriormente mencionado, baste hojear alguna revista o periódico para encontrar los apartados donde los horóscopos nos dicen que hacer día a día para conservar el favor de la fortuna, encontrar el amor deseado, conservar el trabajo de nuestros sueños o pesadillas, y una múltiple lista de anhelos, sueños, deseos, dando al traste con ese “libre albedrío” que aquel niño hacedor de mundos nos legó por no tener tiempo para fiscalizar nuestro hacer, pues es más divertido jugar a ser Dios.

Caín o Abel… Caín y Abel… binomio que en una dialéctica se repite constantemente en nuestro derredor, desde el momento en que el bipedismos ese primer paso de nuestra especie, obligado por una naturaleza que suele ser la voz caprichosa de un niño que aprendió a ser Dios, inició el camino al que hoy somos. Geocentrismo, heliocentrismo… no tienen sentido en el mundo actual, que, paradójicamente, está poblado de “sinsentidos” a los que las ensoñaciones del hombre le permiten darle sentido, mutando “sinrazón” en su antípoda y siendo la base de lo que hoy creemos, pensamos, decimos, hacemos.

Hablamos que somos el punto más alto del desarrollo del ser humano, que somos producto de épocas y periodos ya superados, sobrepasados infinitamente… a veces los que realmente refleja el ser humano de hoy, tan lleno de “conocimiento”, es que nos encontramos en el umbral de una verdadera época oscura, donde la razón no tiene sentido, pues con eso de que debemos ser “políticamente correctos” y hemos de dejar que cada uno de nosotros tenga su verdad… Falacia absoluta. La verdad no es democrática, simplemente es, más allá de cualquier punto de vista, de concepción moral, de ideario teológico o político…

Hoy, por primera vez, he visto a Dios y veo que es un niño que juega a vivir, a descubrir un mundo que aún le sigue asombrando, que va creando universos y no se muy bien si se de cuenta de ello, o de si le importe más que aprender a pesar de su omnisciencia, que le gusta tener las rodillas del pantalón llenas de tierra y manchas de universo en su camisa.

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