miércoles, 26 de mayo de 2010

Una historia sin historia

Una historia sin historia

Raúl Humberto Muñoz Aragón

Cada universo tiene sus iconos, aquellos que lo definen, lo delimitan, lo forman y conforman; en los cuales se refleja, y reflejan a su vez, su esencia nítidamente. Estos universos suelen ser la replica de aquellos donde habita su creador.

En uno de ellos, vieron la luz por primera vez los dos protagonistas de esta historia sin historia, fue en el año de 1940 de nuestro espacio-tiempo. Ambos se encuentran en medio de un universo hartamente poblado por seres fantásticos, con poderes más allá de lo concebible por mentes “cuerdas y sensatas”, algunos de ellos procedentes de mundos tan distantes, algunos inexistentes actualmente; otros exiliados de su mundo natal; algunos más provenientes de las profundidades del mar, dueños de imperios escondidos en las regiones más inhóspitas de nuestro planeta; algunos más humanos que por avatares de la vida han mutado adquiriendo habilidades que los colocan en un nivel superior al común de los mortales.

En su universo hay seres tan poderosos que les ha sido posible navegar entre universos libremente, vivir en ellos aventuras tan riesgosas que a algunos les ha costado la vida… pero después de algunos cuadros, simplemente regresan a su hogar para continuar una vida ardua en aventuras, donde bien y mal se encuentran en una confrontación constante y continua que no termina por definir a un vencedor.

El tiempo ahí viaja a otro ritmo, a veces se acelera y brinca miles de años, al pasado o al futuro, haciendo una telaraña “endemoniadamente” complicada que sólo muy pocos son capaces de entenderla o conocerla, pero que para ellos es su día a día. Es un espacio-tiempo tan sorprendente que incluso el intercambio de aventuras entre dimensiones es una realidad casi cotidiana.

Pero en medio de esta vorágine de personajes disímbolos y multicolores brillan estos protagonistas, y lo hacen porque en conjunto son la suma de tantos posibles de la realidad nuestra y no sólo la de ellos; ambos comparten varias características; tienen como oficio la búsqueda del poder, sin importar quien se oponga o lo que se haya de hacer, a quien se tenga que eliminar; son sanguinarios, déspotas, cínicos, brutales… e inteligentes en grados superlativos; tanto que es difícil encontrar quien pueda superarlos… Ambos son humanos, terriblemente humanos y quizá por ello superan en mucho a aquellos con que les ha tocado compartir su ya mítico universo, humanos o no.

Esto último es el motivo de esta historia sin historia de estos dos protagonistas; Lex Luthor y The Joker, dos caras del hombre, que en su inteligencia sobreponen sus intereses personales a los de los demás… ambos humanos, terriblemente humanos.

Lex Luthor (Alexander Joseph Luthor) carece de poderes sobrehumanos de cualquier tipo, no tiene identidad secreta, su poder se basa en su dinero e inteligencia, es terriblemente orgulloso y vengativo, y carece de principios éticos. The Joker (sin nombre e historia conocidos), un diabólico genio criminal con la apariencia de un payaso, envestido en un traje morado y que acostumbra dejar a sus víctimas con una grotesca sonrisa, no duda en asesinar a quien se interponga en su camino, capaz de engañar a cualquiera.

Hay algunas diferencias entre ambos, por un lado, Luthor (cuya calvicie es emblemática) planea, organiza todo de manera meticulosa, se escabulle entre vericuetos legales, su habilidad es tal que el ser más personaje de su universo (que por cierto no es humano) no ha podido vencerlo y por el contrario, no pudo hacer nada cuando las argucias de Lex lo llevaron a la presidencia de los Estados Unidos.

The Joker (blanco y de cabellera verde) es la bestialidad pura, la inteligencia inconsciente, a quien no importan ni los medios, ni el fin; sólo sacudir el mundo en una carcajada mortal, reír sin necesidad de una razón, reír hasta la muerte. Dueño una personalidad compleja y rica que hacen de él el villano número uno de noveno arte, el octavo en la línea de los más importantes de ese mundo de papel.

Sin duda ambos, The Joker y Lex Luthor son anti-arquetipos que lamentablemente son el reflejo de este mundo tan nuestro, donde hay infinidad de burdas copias de estos “entrañables” villanos.

viernes, 21 de mayo de 2010

De cómo desmentir a dios y no morir en la herejía

De cómo desmentir a dios y no morir en la herejía

Raúl Humberto Muñoz Aragón

…y el hombre dijo, −sea Dios−, y Dios fue a su imagen y semejanza; y al ver que era bueno para dejar en él la carga de sus temores, angustias, esperanzas e ilusiones; olvidó lo dicho y dejó en su creación los motivos para ser.

Desde entonces el hombre se ha encargado afanosamente de la creación de incontables dioses, tantos como han sido necesarios para tratar de menguar en algo la angustia de saberse finito… siempre en la búsqueda de los por qué que la realidad le presenta día a día, encontrar un espacio para un más allá que le justifique este su “más acá” que es lo único que tiene. En ocasiones le basta con un solo dios, otras por el contrario requiere de tantos como sea posible, pues los cuestionamientos no disminuyen, siempre son más, por cada respuesta siempre surgen más preguntas en una espiral constante y continua.

El hombre busca siempre, ese ha sido su mayor afán, uno que viene desde tiempos perdidos ya en la memoria; aún antes de ese “mundo de las ideas” que por obra y gracia de Agustín se transformó en un nuevo Dios, sucesor de aquel que habló con Abraham y que durante casi mil años fue el faro que guió al mundo en un tiempo que aún este último era el centro del Universo.

En toda esta historia; ese periodo de tiempo por nosotros llamado así y su antecedente (la mítica prehistoria que nos llena de imágenes el inconsciente colectivo) el cambio ha sido constante; las visiones son permutadas una y otra vez.

Ha poblado su mundo siempre de aquello que ha anhelado, de seres fantásticos que lo acompañan en este andar, que le significan y le definen como hombre de su tiempo, sea cual fuere este tiempo; aunque habría que ubicar también espacio, pues esa es la magia y dinámica del hombre; que es tantos hombres como culturas hay, como pensamientos, sueños y anhelos.

El encuentro con estas visiones del mundo en ocasiones han sido harto dolorosas, llenando nuestra historia de episodios que aún duelen; caminos iniciados que han quedado truncos al enfrentarse con las opiniones de los otros. Así, valga un solo ejemplo, en la Francia de 1244, en Montsegur, por decreto se extermina a los Merovingios, dejándonos hoy sólo una vaga imagen de su paso por este mundo, un triste bosquejo de su cosmogonía que no alcanzamos a vislumbrar.

Así los posibles son tan diversos que hoy sólo podemos especular con tantos hubiera que se tornan en pensamientos en apariencia inútiles. Las posibilidades de la imaginación y el pensamiento del hombre le han hecho posible el ver lo imposible y al hacerlo lo convierte en realidad, tan tangible como la nada, una nada que nos es tan necesaria para entender y visualizar nuestro todo.

El primer dios que el hombre creó es muy diferente al que hoy hemos ido dibujando; en algún momento sin duda necesitamos de un guía que nos señalara aquello que era bueno o malo; hoy la frontera entre ambos es tan intangible que el dios de la postmodernidad se desdibuja inevitablemente… encerrado en el mundo virtual de hoy en día.

“…Dios dice que la gloria esta en el cielo, que es de los mortales el consuelo a vivir, desmiento a Dios porque al tenerte yo en vida no necesito ir al cielo tisu…” así en el amor, que al lado de dios es una de nuestras mejores creaciones, podemos gritar a los cuatro vientos que a veces podemos desmentir a este dios de hoy sin que suene a herejía.

ymahr@yahoo.com