Una historia sin historia
Raúl Humberto Muñoz Aragón
Cada universo tiene sus iconos, aquellos que lo definen, lo delimitan, lo forman y conforman; en los cuales se refleja, y reflejan a su vez, su esencia nítidamente. Estos universos suelen ser la replica de aquellos donde habita su creador.
En uno de ellos, vieron la luz por primera vez los dos protagonistas de esta historia sin historia, fue en el año de 1940 de nuestro espacio-tiempo. Ambos se encuentran en medio de un universo hartamente poblado por seres fantásticos, con poderes más allá de lo concebible por mentes “cuerdas y sensatas”, algunos de ellos procedentes de mundos tan distantes, algunos inexistentes actualmente; otros exiliados de su mundo natal; algunos más provenientes de las profundidades del mar, dueños de imperios escondidos en las regiones más inhóspitas de nuestro planeta; algunos más humanos que por avatares de la vida han mutado adquiriendo habilidades que los colocan en un nivel superior al común de los mortales.
En su universo hay seres tan poderosos que les ha sido posible navegar entre universos libremente, vivir en ellos aventuras tan riesgosas que a algunos les ha costado la vida… pero después de algunos cuadros, simplemente regresan a su hogar para continuar una vida ardua en aventuras, donde bien y mal se encuentran en una confrontación constante y continua que no termina por definir a un vencedor.
El tiempo ahí viaja a otro ritmo, a veces se acelera y brinca miles de años, al pasado o al futuro, haciendo una telaraña “endemoniadamente” complicada que sólo muy pocos son capaces de entenderla o conocerla, pero que para ellos es su día a día. Es un espacio-tiempo tan sorprendente que incluso el intercambio de aventuras entre dimensiones es una realidad casi cotidiana.
Pero en medio de esta vorágine de personajes disímbolos y multicolores brillan estos protagonistas, y lo hacen porque en conjunto son la suma de tantos posibles de la realidad nuestra y no sólo la de ellos; ambos comparten varias características; tienen como oficio la búsqueda del poder, sin importar quien se oponga o lo que se haya de hacer, a quien se tenga que eliminar; son sanguinarios, déspotas, cínicos, brutales… e inteligentes en grados superlativos; tanto que es difícil encontrar quien pueda superarlos… Ambos son humanos, terriblemente humanos y quizá por ello superan en mucho a aquellos con que les ha tocado compartir su ya mítico universo, humanos o no.
Esto último es el motivo de esta historia sin historia de estos dos protagonistas; Lex Luthor y The Joker, dos caras del hombre, que en su inteligencia sobreponen sus intereses personales a los de los demás… ambos humanos, terriblemente humanos.
Lex Luthor (Alexander Joseph Luthor) carece de poderes sobrehumanos de cualquier tipo, no tiene identidad secreta, su poder se basa en su dinero e inteligencia, es terriblemente orgulloso y vengativo, y carece de principios éticos. The Joker (sin nombre e historia conocidos), un diabólico genio criminal con la apariencia de un payaso, envestido en un traje morado y que acostumbra dejar a sus víctimas con una grotesca sonrisa, no duda en asesinar a quien se interponga en su camino, capaz de engañar a cualquiera.
Hay algunas diferencias entre ambos, por un lado, Luthor (cuya calvicie es emblemática) planea, organiza todo de manera meticulosa, se escabulle entre vericuetos legales, su habilidad es tal que el ser más personaje de su universo (que por cierto no es humano) no ha podido vencerlo y por el contrario, no pudo hacer nada cuando las argucias de Lex lo llevaron a la presidencia de los Estados Unidos.
The Joker (blanco y de cabellera verde) es la bestialidad pura, la inteligencia inconsciente, a quien no importan ni los medios, ni el fin; sólo sacudir el mundo en una carcajada mortal, reír sin necesidad de una razón, reír hasta la muerte. Dueño una personalidad compleja y rica que hacen de él el villano número uno de noveno arte, el octavo en la línea de los más importantes de ese mundo de papel.
Sin duda ambos, The Joker y Lex Luthor son anti-arquetipos que lamentablemente son el reflejo de este mundo tan nuestro, donde hay infinidad de burdas copias de estos “entrañables” villanos.
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