jueves, 10 de junio de 2010

En busca del sentido perdido…

En busca del sentido perdido…

O, cómo andar por el sinsentido sin enlodar nuestras plumas

Raúl Humberto Muñoz Aragón

La inteligencia no esta de moda… de hecho está en su antípoda.

Nada esta hoy tan lejano del diario vivir que la inteligencia, su uso y ejercicio pleno se ha perdido hace ya mucho tiempo, tanto que no tengo claro si alguna vez se ejerció a plenitud en nuestra historia occidental.

Esta cultura nuestra fue construida a base de libros (que en sus raíces más profundas tiene dos libros teológicos que la han nutrido y nutren constantemente; por un lado el binomio compuesto por la Iliada y la Odisea atribuidos a un mítico Homero; y por otro lado el Pentateuco, base de los textos judíos y cristianos escritos a dictado y capricho del mismo Dios) los cuales se encuentran en un ocaso en que han dejado de tener importancia para los muchos; pareciera que su caducidad hace tiempo que llegó a su límite y hoy son harto rancios, rancios pero sin abolengo pues han dejado de tener significado para la nuevas generaciones.

Hoy los códigos de comunicación entre los jóvenes son diferentes, en su cultura el libro es un artículo obsoleto, vetusto que no entra en la concepción de una cultura que tiende a minimizar el esfuerzo y maximizar el placer, donde el ego esta cada día más hinchado y nos afanamos en inflarlo aún más. Los nuevos gigantes de este tiempo, con pies de barro, navegan ahora entre cantos de sirenas que bloquean el tránsito de la disertación, confrontación y creación de ideas.

Nos afanamos tanto en ser “políticamente correctos” que dejamos que el “otro”, el que fuera, viva con sus ideas, aunque estas sean totalmente erróneas, no es conveniente contradecirlo, corregirlo o tan siquiera atenderlo. Somos un triste reflejo de las clases de Charlie Brown, aquellas es que solo escucha una serie se sonidos sin sentido. Hoy lo lamentable es que ni siquiera nos damos cuenta de ello, no tenemos tiempo, siempre es más importante tener “un mundo de caramelos” donde otros piensen por nosotros, nos digan que y como hacer o simplemente nos ignoren.

La inteligencia no tiene cabida, las verdades son a modo, las críticas son sólo cuando “yo” no me beneficio de aquello que critico. Si el sistema, por corrupto que sea, no cumple los caprichos, sueños, necesidades reales o imaginarias hay que cuestionarlo, atacarlo; pero si por el contrario algo “escurre a mi milpita”, entonces hay que quedarse callado y extender la mano.

La inteligencia estorba, pensar crea individuos altamente críticos, inconformes, cuestionadores, que tienen una enorme manía por preguntar y a veces por buscar respuestas. Es más cómodo ver las grandes historias contadas por Disney que encerrarse en las ideas que puede despertar un libro y correr el riesgo de pensar por nosotros mismos, es tan grande el campo del pensamiento que enfrentarlo solos causa pavor.

La historia hoy es construida y escrita por los mercenarios de la comunicación, que han vendido su integridad por algunos minutos y mucho dinero a los dueños de la omnipresente “caja idiotizante” que no idiota; porque los idiotas están en otro lado… y lamentablemente, por regla general, frente a ella que ha hecho de la mentira su “arquetipo”, modelo que es seguido a pies juntillas por esta sociedad enferma, terriblemente enferma de tanta modorra producto de cinco siglos de “tranza y engaño”.

Pensar duele, duele mucho en verdad, pero es mejor el dolor de pensar, que la somnolencia que produce su ausencia.

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