lunes, 28 de junio de 2010

¡Qué bonita es la ignorancia cuando Dios nos la concede!

¡Qué bonita es la ignorancia cuando Dios nos la concede!

Raúl Humberto Muñoz Aragón

Nada hay como la tranquilidad que produce la ignorancia… aunque habrá que decirlo también que nada es tan lamentable como ella; la ignorancia nos conduce por derroteros de harta pasividad donde las ocurrencias, esas que ocurren día a día, se minimizan al máximo (valga la paradoja) y todo esta tristemente resulto, nada hay por hacer pues “todoestábien” y “nadahayquepensar”.

La ignorancia es terriblemente violenta, daña irremediablemente a quien la padece, pues aunque se logre abatirla con el tiempo las cicatrices que deja son harto profundas, y echan raíces en el espíritu de pueblos e individuos. Nos somete a padecer continuamente abusos y discriminaciones por parte de aquellos que detentan cualquier tipo de poder, por mínimo que sea, pues a veces el “subirse a un ladrillo” enturbia tanto el entendimiento que nos ensoberbece, olvidando que la ignorancia de aquellos que se encuentran en un nivel más bajo del nuestro es la misma que nos alimenta, además de que formamos parte de una cadena que “eslabón por eslabón” nos llena de miseria y enloda.

Ser súbditos antes que ciudadanos pareciera la condena a la que la ignorancia nos conduce, pues para alcanzar el estatus de ciudadanos es pertinente, necesario y obligatorio pensar, conocer, ubicarse en su antípoda. La comodidad de ser súbditos nos embruja cual canto de sirenas, el no pensar y dejar en otros nuestro destino es tan atrayente para una sociedad deseosa de tener y temerosa de ser.

La sumisión a los poderes actuales; políticos, económicos, comerciales, mediáticos, educativos,…; adormece, pues una sociedad pensante es demasiado peligrosa para ellos; por ello es quizá que alientan la construcción de los fanatismos de hoy; obsesiones que nos llevan una y otra vez a buscar las valías de nuestro ser en imágenes e íconos sin sustento. La lucha por una delgadez extrema, a grados que las esculturas de Giacometti parecieran Boteros, conduce a hombre y mujeres a buscar cualquier medio que lleve el cuerpo a límites que se encuentran donde vida y muerte se confunden en este fanatismo por una figura antinatura… sólo por mencionar uno de los múltiples que cultiva el hombre del siglo XXI.

La sociedad actual está inmersa en una ignorancia que alimenta fanatismos y fatalismos que se han convertido en faro que la guía. Fatalismo que conduce a pensar que todo está hecho, determinado por algo o alguien en quien deja la autoridad para decidir.

¡Qué bonita es la ignorancia cuando Dios nos la concede!... y las pregunta serían, ¿Cuándo la universidad dejó su lugar preponderante de la sociedad?, ¿En qué momento la universidad dejó de ser creadora y modelo a seguir por la sociedad para ser sólo un grupo de edificios llenos de “idealistas” sin ideas, “teóricos” sin teorías, “gurus” sin seguidores?. ¿En que momento el docente dejó de ser el “sabio”, el “arquetipo” de la sociedad para ser un sindicalista más que sólo se afana en conservar e incrementar las conquistas laborales obtenidas?...

Debemos bajarnos de este mundo nuestro, hacer a un lado la ciudadanía de la ignorancia, cuestionarlo, cambiarlo…

ymahr@yahoo.com

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