Soledades 2
Raúl Humberto Muñoz Aragón
“…hoy viene a mi la damisela soledad…”
Silvio Rodríguez
La vida está poblada de soledades, entre los más de seis mil millones de habitantes que horadan cada día la superficie de este plante hay una gran cantidad de soledad… es el momento en que el ser humano se encuentra consigo, haciendo de este encuentro maravilla y esto a pesar de su hacer por la vida, a pesar de la sordidez a la que puede llegar.
Y… al ser la soledad la primera amante del ser humano, hombres y mujeres se arrojaron a sus brazos (esto ocurrió en un tiempo perdido en la memoria más remota de este homo sapiens) en un abrazo infinito, constante, apasionado, continuo, interminable… y he aquí que en él, en este entrañable encuentro entre ese ancestro nuestro y la “damisela soledad”, encontramos lo otro, a los otros, a tanto aquéllos que en nuestro derredor hay, a todas y cada una de las maravillas que el mundo tiene para nuestro deleite… pero el primer encuentro, el más extraordinario de todos, es el que tenemos con nosotros mismos, el cual nos ha de llevar a todos los demás.
Encuentros en soledad, en esa soledad que al enfrentarnos con lo que somos nos permite tener conciencia de nuestro andar por la vida, ese insondable misterio que es la vida y que aún no alcanzamos a comprender en toda su magnificencia.
La soledad nos ha permitido tantos encuentros que uno de sus legados máximos es nuestro distintivo entre las especies vivientes, don y castigo, premio y tormento… la inteligencia, esa que alimenta a borbotones el espíritu, que hace posible el culto a lo bello y lo grotesco, donde cualquier maravilla es posible, donde cualquier horror es igualmente posible, una inteligencia que a su vez creó ignorancia y conocimiento, diálogo del ser-hacer de todo hombre y mujer que han sido.
El mundo está tan lleno de soledades que inventó su antípoda, una suma de soledades que hace que la vida valga pena de ser vivida, que al rendirnos a este encuentro máximo multipliquemos estas soledades y con ello llenemos de una nueva mirada la cotidianidad.
El encuentro máximo que la soledad nos lega para andar en el mundo es el encuentro de dos soledades que se tornan en maravilla pura… el amor, abandono pleno, soledad máxima que fusiona alma y espíritu de dos seres pensados y creados por la vida para su propia subsistencia, permanencia; fusión que transporta a la soledad perfecta, aquella en que estas tan lleno del otro ideal para ti, haciendo de este andar juntos por espacio y tiempo un “viaje mágico y misterioso” que nos lleva entre polvo de estrellas, el mismo polvo que compone cada átomo que nos pertenece y le pertenece.
Suma de soledades que compensa el nacer y el morir nuestro en la misma soledad.
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