jueves, 30 de julio de 2009

El ciberamor en tiempos del “iloveyou.com”
Raúl Humberto Muñoz Aragón


El amor empieza a medirse por bytes. Entre satélites y microondas; por cobre o fibra óptica los sentimientos surcan por todos los rincones de este planeta nuestro, llevándonos en viaje continuo y permanente a través del espacio-tiempo que conforma esta multiplicidad de seres que construyen este que somos.

En esta época de velocidad, los impulsos del corazón son reemplazados por impulsos de cristales de cuarzo. Las cartas de ayer, son hoy cadenas de códigos binarios que, eso si, igual que antaño, nos dicen siempre las mismas cosas; que aunque el medio a cambiado, el amor sigue siendo el mismo de siempre, poco importa que tan vanguardista seas, siempre, los cimientos son los mismos, aquellos que nuestros abuelos cantaron.

En este momento, en que el hombre creó el ciberespacio a su imagen y semejanza, se reinventa a si mismo, ahora se puede ser todos, cualquiera. No existen sueños que no sean realizables en este manejo de megas y gigas que navegan en olas que lo cubren todo. Hoy esta de moda enamorarse por Internet, y tiene su lógica, al estar frente a una máquina, sin contar con roces o miradas, podemos actuar más libremente, crear la historia personal que más alimente estas quimeras nuestras. En la Red se encuentran todos los elementos que necesitamos para satisfacer cualquiera de nuestras fantasías, no impartan que tan cándidas o bizarras puedan ser, siempre habrá lugar para ellas en este gigante acéfalo de mil sentimientos que es la Red de Redes.

Al amar hoy, nos inventamos a cada instante. La fantasía que soñamos se convierte cada día en una realidad, una "ciberrealidad" (paradoja incluida, pero cierta, la cual describe este mundo nuestro) en la cual todos somos perfectos; perfectos en vicios y virtudes que construyen los lazos que fundirán nuestros amores del mañana. Por chats, e-mail, icq y demás hierbas van nuestros sentimiento, reales o no, al encuentro de las mitades perdidas, y digo mitades porque ya sabemos que en Internet puedo multiplicarme a imagen y semejanza de mis locuras, clonarme hasta el infinito, perfeccionando tácticas y estrategias, para concluir, igual que Benedetti, "que un día cualquiera no se como, ni se con qué pretexto por fín" el amor me necesite.

La soledad a la que nos ha llevado este siglo XX que por fin ha muerto, nos conduce a recrear de nuevas formas los anhelos de antaño. Una soledad que nos permite el vivir encerrado entre cuatro paredes, con un monitor reemplazando las miradas de ayer, convirtiéndonos en nuevos vouyeristas, siempre a la caza de nuevas emociones y sensaciones. Los sentidos siempre alertas, esperando los sonidos monótonos que nos avisen de la llegada de un nuevo "correo".

El Ser humano requiere el sentir, el vivir es el encuentro continuo con nosotros mismos, el sabernos, el entendernos, y quizá, sólo quizá, esta búsqueda nuestra por Internet sólo sea el anhelo por encontrar ese eslabón perdido de nuestros sueños, ese que quise ser, y hoy el olvido ha arrancado.

ymahr@yahoo.com

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