miércoles, 9 de septiembre de 2015

ENTRE MARAVILLA Y TRAGEDIA

ENTRE MARAVILLA Y TRAGEDIA
Raúl Humberto Muñoz Aragón

Pocos son los hechos y situaciones que dejan de manifiesto la inutilidad de las palabras, como presenciar el nacimiento de un hijo. El cúmulo de emociones y sentimientos que se agolpan en uno es inmenso, y van de uno a otro con una velocidad que deslumbra, es ahí donde se da el momento de mayor felicidad unido al de un temor que abruma por todos los posibles futuros que inician en ese momento. Es el momento de mayor unión de la pareja, y pareciera una paradoja, pues es justo ahí cuando la pareja empieza a multiplicarse y fusionarse en un nuevo ser.La alegría del nacimiento de un hijo es el clímax de una espera llena de esperanza, fruto del encuentro de dos historias que han recorrido caminos individuales hasta antes de conocerse, momento en el que inician un camino en conjunción, con encuentros y desencuentros, con sueños y destinos entrelazados, caminando en la búsqueda tan ansiada como esquiva de la felicidad (ésa que con el tiempo descubrimos que es camino y no destino), una felicidad conjunta que tiene su punto más brillante y excelso cuando escuchas el llanto primero de tu hija, cuando ves maravillado como abre los ojos (que aún no pueden ver bien) con entusiasmo al escuchar por primera vez la voz de mamá… no hay lágrimas más dulces que las que se dan en ese momento.

Con el nacimiento de un nuevo ser, nace también una nueva forma de ver el mundo, un camino nuevo para todos, una oportunidad de ser mejores individuos y sociedad. Representa una visión distinta ante la misma realidad, ésa que poco a poco vamos conociendo más. El nacimiento de un hijo nos hace más nobles, nos recuerda la fragilidad y el portento a su vez que es la vida; cada hijo es una esperanza más, un reto más, un azaroso camino que a veces quisiéramos nosotros pasar por ellos. Ver cómo descubren tu voz, cómo formas uno con él en su mundo es sin duda maravilla pura.

Cada hijo es un universo nuevo, completo, digno de vivir y ser vivido. A veces, el azar, ese ocioso que todo lo rige, nos trae individuos "diferentes", extraordinarios, con potencialidades y necesidades distintas a la mayoría; a veces este hecho duele, sacude, transforma nuestra propia circunstancia, nos vuelve aún más vulnerables, obliga a reconstruir sueños, a ampliar límites, a afrontar nuevos retos; pero aun así, en estas situaciones, nada es más grato que la oportunidad de cambiar el mundo a través de la participación en la formación de un nuevo individuo, que dependerá en mucho de nuestro ser y hacer.

Con cada vida trunca de un niño, perdemos una oportunidad de ser mejores… No imagino un dolor mayor que la partida prematura de una vida; es el colapso de un universo, es la antípoda perfecta a la felicidad que convoca su llegada. Con la muerte de un niño, sea por enfermedad o por un accidente, perdemos un poco de nuestra humanidad… pero perder a un niño por la brutalidad, la mezquindad, la intolerancia, el fanatismo, la bestialidad, la negligencia del ser humano es sin duda, además de terrible, una muestra de la medianía y mediocridad a que puede llegar el espíritu del hombre cuando éste pierde de vista su esencia y sentido.

296 niños muertos en Gaza, en "Tierra Santa", producto de una guerra fratricida, estúpida, ilógica, inútil; en ellos hemos muerto nosotros mismos un poco, el espíritu del hombre del Siglo XXI, tan lleno de soberbia y tecnología, tan ufano de logros tecnológicos y científicos, tan obsesionado en tener y tener y tener siempre más, lo que sea, aunque sea el producto de la explotación de niños trabajando en condiciones miserables en algún país más miserable aún del llamado tercer mundo, siempre con la intención de hacer más y más rico a uno más miserable todavía que requiere de dinero para sentir que vale un poco. Una "Tierra Santa", tan llena de sangre y lágrimas, donde se pelea y se asesina entre hombres que adoran a un mismo Dios, un Dios que llora por cada gota de sangre derramada, un Dios que no entiende cómo se trunca el futuro de los pueblos al mutilar o matar a cientos, miles de niños en el mundo, porque Gaza no es sólo una franja perdida en la tierra más venerada por las "grandes" religiones del mundo, no, Gaza está en todas partes donde niños son abusados por sus guías espirituales, por "hombres santos" que en su podredumbre destrozan vidas con el fin de saciar sus pobres necesidades.

Gaza es aquel avión derribado por un misil fantasma y cobarde que destroza, está en las epidemias que recorren el mundo, siendo la primera el hambre. Está en los niños que son obligados a combatir guerras de las cuales no tienen culpa y si son víctimas; a luchar por defender a bandas delictivas que los usan como carne de cañón, artículos desechables en un mundo cada vez más desechable.

All we saying is give peace a chance… quizá sólo se requiera de un beso fraterno.

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El Siglo de Torreón - Imágenes - jue 7 ago 2014, 9:44am - https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1024273.imagenes.html

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