lunes, 18 de agosto de 2014

¡Hay que callar…! / Raúl Humberto Muñoz Aragón

¿En realidad hay que callar?...
Callar en un México en el que 21.2 millones de menores de 17 años viven en pobreza y de ellos 4.7 millones en pobreza extrema, en un país enormemente rico. Callar en un México que por enésima vez sale reprobado por la ONU en el respeto a los Derechos Humanos, donde la retórica ha estado y está siempre por encima de los hechos, donde la impunidad galopa rampante por todos los caminos de nuestro país.
Callar en un México ignorante, donde la lectura es una utopía tal que nos es imposible mencionar cinco libros que hayan cambiado nuestra vida. ¿Cómo decirlo?, si sólo leemos entre medio libro y libro y medio libro al año. ¿Qué espacio dejamos para el desarrollo de nuevas ideas, de debates inteligentes si nuestra cultura es paupérrima?
Callar en un país en que los ninis aumentan día a día porque como sociedad no hemos sabido decir basta, no hemos asumido nuestra responsabilidad a cabalidad, no hemos creado las condiciones adecuadas para el desarrollo pleno de todos y cada uno de los mexicanos.
Callar en un México en que los poderosos quieren más poder, y no para servir, sino para servirse a manos llenas, sin tener la incomodidad de la gente diciendo lo que piensa, sin ser tocados ni siquiera por el pétalo de una rosa. Un país en que a discreción del criterio de un solo hombre se puede decretar el estado de excepción y darle la razón a la ONU en su diagnóstico sobre los Derechos Humanos en México.
Hacer leyes a modo, para que esos "grandes pensadores, eruditos y formadores de contenidos" (idiotizantes, muy bien planeados, pensados y orientados a la sensiblería cursi y acrítica) continúen educando a una sociedad a la espera pasiva de milagros, a la no protesta (¡qué mortificación que por defender un derecho no me dejen pasar libremente a donde quiera que vaya!), a vivir en un México color de rosa que nos presentan día a día periodistas domesticados por la pantalla chica (y no tan chica ahora) y que gracias a Dios pierde cada vez más fuerza.
Detener a los jóvenes, a los hombres y mujeres que quieren un México diferente, callar las voces que piensan en un nuevo camino. Censurar, espiar, coartar. ¡Al diablo las libertades!... ¿Y el derecho irrenunciable al Libre Pensamiento, a la Libertad de Expresión?
¿Cuál es el bien mayor para México? Una sociedad pasiva, adoctrinada, alienada, acrítica, que no piensa y mucho menos actúa, que espera las dádivas de un Gobierno paternalista que todo sabe, que todo censura, que todo piensa, que todo castiga y que no evoluciona. O una sociedad activa, educada (bien educada), pensante, que anhela y busca nuevos caminos -no necesariamente fáciles-, que no calla, que es crítica (no criticona), que es solidaria y que busca el bien común como un hecho y no como un dicho.
Sólo las dictaduras temen al libre pensamiento y la libre expresión de las ideas. La participación ciudadana es producto del conocimiento, del actuar con base en argumentos sólidos, con sentido. Amo a México, soy de ésos que aún tienen nuestra bandera en el escritorio, no como adorno, sino como un recordatorio de quiénes somos y sobre todo de quienes podemos ser.
No más silencio, no más adormilamiento, debemos salir de la modorra de tantos años. Siempre que inicio una clase, les planteo a mis alumnos dos premisas básicas para el desarrollo armónico e inteligente de la clase, Respeto y Tolerancia, dos claves fundamentales para nuestro andar. Respeto a los otros, a todos, sin excepción, a su tiempo, a sus ideas e ideales, a sus comentarios. Tolerancia por aquéllos que piensan diferente, que por fortuna son diferentes y en esa diversidad nos enriquecen. Posponer la discusión de una ley que pretende silenciar a México aprovechando los gritos del Mundial de Futbol es un agravio más, una falta más a ese respeto y tolerancia que tanta falta nos hace.
Es necesario que en lugar de callar al que piensa o ve de manera diferente le demos voz, abramos oídos y entendimiento para lograr una mejor y más completa comprensión de la enorme complejidad de la realidad mexicana; somos un país joven, que aún no alcanza sus primeros dos siglos de vida independiente, que en nuestra juventud como nación está la oportunidad de crecer con ímpetu y con los bríos que la actualidad requiere. Escuchar las voces que piensan diferente sólo tiene un resultado posible, ampliar el horizonte, la suma de cada punto de vista enriquece y debe llevarnos a un consenso, que lo que hagamos por México nos enriquece como sociedad e invariablemente multiplica nuestras propias posibilidades individuales, ser mejores hombres y mujeres, mexicanos dignos de nuestro presente y futuro.
Vayamos por un México que grite, que analice, que discuta y que construya. Digamos adiós para siempre al silencio. Gritar siempre, está en nuestro espíritu, hagámoslo.
Ymahr@yahoo.com
Facebook/ymahr

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